Durante los últimos tres años, el programa Conectando Caminos por los Derechos (CCD), financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), lideró estrategias y acciones para la prevención, protección y respuesta a las violaciones de los derechos humanos de la población migrante. Estas son las reflexiones y observaciones finales de Laura Zambrano Robledo, directora de CCD, a pocos meses de que el programa concluya.
Este viaje empezó en medio de las restricciones por el Covid-19. A pesar de los desafíos que esto significaba, nos propusimos abrir puertas y conectar caminos en un contexto donde el contacto físico era limitado. Quisimos darles voz a las personas migrantes provenientes de Venezuela, a los colombianos y colombianas retornadas y a las comunidades de acogida, y construir puentes hacia una sociedad más justa, inclusiva y digna para todas las personas, sin importar su origen o estatus migratorio.
Nos enfocamos en facilitar el acceso a los derechos de las personas migrantes y retornadas, abriendo gradualmente más puertas y conectando caminos. Honramos el nombre de nuestro programa, Conectando Caminos por los Derechos, con cada paso que dimos.
Desde el inicio de este recorrido, nos dimos cuenta de que una gran parte de los 1.7 millones de venezolanos y venezolanas registrados por Migración Colombia no estaban simplemente de paso y que enfrentaban numerosos riesgos, como aquellos asociados al conflicto armado, las redes criminales en las fronteras y los peligros a lo largo de las rutas migratorias y en las periferias de las grandes ciudades.
Descubrimos que ser un hombre migrante no es lo mismo que ser una mujer migrante. Igualmente, ser una persona sexualmente diversa migrante en Colombia conlleva desafíos únicos. Identificamos cómo las personas migrantes desconocen el contexto y las costumbres colombianas. Muchos de ellos no están familiarizados con la historia del conflicto armado colombiano y más de la mitad no saben a qué instituciones acudir para protegerse o denunciar, lo cual los pone en mayor riesgo de violaciones de sus derechos.
A lo largo de estos tres años, documentamos cómo en algunas regiones como el Catatumbo y el sur del país, las personas migrantes se enfrentan a hechos violentos relacionados con el conflicto armado, que desembocan en una doble afectación de la que todavía no se habla lo suficiente, pero que necesariamente tiene que reconocerse para que haya una garantía plena de sus derechos y para lograr su integración a la sociedad. Adicionalmente, verse enfrentados a rumores frecuentes y a desinformación los hace más vulnerables al abuso y la violencia.
De la mano de las organizaciones, entendimos el contexto, identificamos las vulneraciones presentes en cada lugar, y expandimos nuestra red de socios incluyendo a autoridades locales, y líderes y lideresas que se convertirían en actores claves para lograr el impacto que ha tenido Conectando Caminos por los Derechos. En este proceso, el Fondo de Respuesta Rápida también nos permitió movilizar recursos de manera ágil entre esas organizaciones.
Ayudamos a los gobiernos a adaptarse a los retos de la movilidad humana y fortalecimos liderazgos comunitarios para la autogestión de procesos de integración social, que transforman el territorio en entornos protectores, empoderan a las personas sobre sus derechos, y generan lazos de confianza entre comunidades y el estado.
Con un enfoque de gerencia adaptativa, incorporamos toda esta información para diseñar estrategias y actividades que nos acercaran cada vez más a nuestro objetivo principal: mejorar la seguridad ciudadana y la cohesión comunitaria entre las comunidades receptoras y migrantes, a través de estrategias de prevención de violaciones de derechos humanos, de fortalecimiento de los sistemas de protección y de respuesta ágil a las circunstancias cambiantes de los flujos migratorios mixtos.
Estoy orgullosa de este legado, porque es la evidencia de que no solo nos aventuramos a andar caminos poco transitados, sino que conectamos esos caminos. Falta aún mucho por recorrer para la garantía de los derechos de las personas migrantes, pero los impactos que presentamos hoy son pasos en la dirección correcta para que Colombia sea un país protector. Me voy satisfecha con los resultados alcanzados, pero, sobre todo, profundamente inspirada por el compromiso, la sensibilidad y el profesionalismo de todo el equipo de Conectando Caminos por los Derechos.
Para desandar los pasos de Conectando Caminos por los Derechos visite las memorias finales del proyecto y navegue en la colección de publicaciones que se produjeron en el marco del proyecto.